ESPECIAL FIN DE AÑO: Bolivia cierra 2025 con cotización del dólar a la baja y normalización gradual en abastecimiento de combustibles

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Por René Quenallata Paredes

LA PAZ, 15 dic (Xinhua) — Tras un año marcado por fuertes tensiones macroeconómicas, Bolivia concluye 2025 con señales puntuales de alivio, con la cotización del dólar a la baja y una normalización gradual del abastecimiento de combustibles, dos variables sensibles para la población, sin embargo, enfrentará 2026 con el desafío central de aplicar reformas estructurales para alcanzar la estabilidad y consolidar la economía, según expertos.

El Gobierno boliviano admitió que el próximo año comenzará con un reto ineludible de estabilizar la economía antes de que la crisis derive en un deterioro social de mayor complejidad.

El ministro de la Presidencia, José Luis Lupo, manifestó a los periodistas recientemente que los signos de recuperación observados en el tramo final de 2025 responden a las primeras medidas adoptadas por el Ejecutivo, entre ellas la publicación de un precio referencial del dólar por parte del Banco Central de Bolivia (BCB), que permitió reducir la cotización en el mercado paralelo de 11 bolivianos por dólar a 9,30 bolivianos.

Lupo afirmó también que los créditos internacionales y gestiones con los proveedores encarados por la administración de Paz Pereira contribuyeron a la certidumbre ya eliminar las filas prolongadas en las estaciones de servicio por gasolina. No obstante, el Ejecutivo reconoce que persisten dificultades logísticas para normalizar plenamente el abastecimiento de diésel, especialmente para el transporte pesado y de pasajeros.

El Gobierno anunció un plan económico en tres fases, emergencia, estabilización y una etapa “puente”, que incluye medidas de austeridad, una reformulación del presupuesto y el envío de un paquete de leyes orientadas a atraer inversiones y reforzar la seguridad jurídica en sectores estratégicos como hidrocarburos, minería, agroindustria y turismo.

A decir del ministro, la población comienza a sentir los cambios en la estabilización del dólar y el abastecimiento de los carburantes, y anunció que en 2026 se observarán mejoras en la economía, aunque aclaró que esto no significa que “sea fácil”.

Los indicadores macroeconómicos, sin embargo, siguen reflejando un escenario frágil. Datos oficiales señalan que la inflación acumulada hasta noviembre alcanzó el 19,69 por ciento, la más alta en dos décadas, y se prevé que cierre el año en torno al 20 por ciento. El déficit fiscal, cercano al 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), suma 11 años consecutivos sin corrección, mientras que la deuda externa equivale ya al 25 por ciento del PIB.

El BCB informó el pasado 4 de diciembre que las Reservas Internacionales Netas (RIN) sufrieron una “fuerte pérdida” en el último lustro, dejando al país con apenas 75 millones de dólares en divisas líquidas de un total de 3.277 millones de dólares, mientras el resto corresponde a reservas en oro.

PRIMERAS SEÑALES

Pese al panorama adverso, una parte del sector productivo observa con moderado optimismo los primeros movimientos del nuevo Gobierno. Para Gary Rodríguez, economista y gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), el cambio de rumbo es perceptible.

“La designación de ministros con sólida capacidad técnica es un mensaje importante. La meritocracia vuelve a tener valor, y eso es fundamental para enfrentar los desafíos que el país tiene enfrente”, afirmó a Xinhua.

Rodríguez destacó que el Poder Ejecutivo busca proyectar una imagen pragmática y orientada a destrabar la actividad económica. Al respecto, mencionó la reanudación de la relación comercial con Estados Unidos, la eliminación de impuestos como el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) y el tributo a las grandes fortunas, así como los primeros anuncios de llegada de capitales, como señales de una “reconstrucción urgente de confianza”.

No obstante, alertó que persisten desafíos estructurales, entre ellos detener la caída de reservas internacionales, reactivar la producción agrícola, liberalizar gradualmente el acceso a divisas y dinamizar un comercio exterior golpeado por años de restricciones.

Rodríguez destacó la necesidad de avanzar hacia un Estado facilitador. “Sin flujo de comercio internacional no habrá dólares”, añadió.

URGENCIAS EN 2026

El economista y analista de riesgo crediticio, Fernando Romero, alertó que Bolivia ingresa a 2026 en una fase crítica que exige decisiones inmediatas. Según sus estimaciones, la inflación podría alcanzar el 25 por ciento el próximo año si no se aplican medidas firmes de estabilización.

Entre los principales riesgos se identificaron la escasez de dólares, la persistente crisis de combustibles, el déficit fiscal estructural y un mercado cambiante tensionado por la desconfianza. En ese contexto, la normalización plena del abastecimiento de carburantes será una prueba clave para evitar un freno mayor de la actividad productiva.

Para el director de la Fundación Milenio, Henry Oporto, Bolivia cierra el año “con cifras deficitarias en todos los frentes”, y su desempeño en 2026 dependerá de la aplicación de un programa de estabilización “integral y creíble”.

“El objetivo debe ser impulsar una economía de mercado competitiva e inclusiva que genere empleo y progreso sostenido. Sin credibilidad macroeconómica no habrá recuperación”, afirmó durante una presentación sobre la evaluación económica del país.

CHINA, SOCIO ESTRATÉGICO EN UN AÑO DECISIVO

En medio de las tensiones internas, la política exterior emerge como un eje relevante de la estrategia económica. Tras su posesión, el presidente Rodrigo Paz Pereira respondió a una consulta de Xinhua que Bolivia y China atraviesan un “momento importante” en sus relaciones, en coincidencia con el 40º aniversario de vínculos diplomáticos.

El mandatario señaló que su Gobierno impulsa una nueva agenda estratégica de cooperación política, económica y tecnológica para las próximas décadas.

El analista político y docente de la Universidad Mayor de San Andrés, Andrés Gómez, consideró que Bolivia “no puede prescindir de China, uno de los mayores socios comerciales de América Latina”, en un contexto de fatiga económica y creciente preocupación social por el horizonte financiero de 2026.

China, afirmó, ha consolidado su presencia en la región como el principal comprador de materias primas y socio en proyectos de infraestructura, por lo que debilitar esa relación sería una “mala apuesta” para un país que necesita inversión urgente y ampliación de mercados de exportación.

Romero coincidió en que el Gobierno debe aprovechar el buen nivel de relación bilateral para asegurar inversiones y apertura de mercados “en condiciones que favorezcan a los bolivianos, por encima de cualquier consideración ideológica”.

Los analistas coinciden en que 2026 será un año decisivo. El Gobierno de Paz Pereira deberá estabilizar la economía, atraer inversiones y mostrar credibilidad fiscal. La combinación de reformas internas y una diplomacia económica activará el rumbo económico y político del país en los próximos años.