Especial: Cacao se cultiva de forma sostenible en isla amazónica de Combú en norte de Brasil

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BELÉM, Brasil, 23 oct (Xinhua) — La isla de Combú, en la ribera del río Guamá, frente a la ciudad de Belém, en el estado de Pará, en la región norte de Brasil, se ha convertido en un símbolo del equilibrio entre desarrollo, cultura y preservación ambiental, con el cultivo del cacao de la Amazonia para sustento de su gente. En Combú, entre el canto de los pájaros y el murmullo de los “igarapés” o riachuelos, florece un emprendimiento encabezado por la productora, Izete dos Santos Costa, conocida como Doña Izete, quien transforma el cacao nativo de la selva en uno de los chocolates artesanales más reconocidos de la Amazonia. “El cacao es vida para nosotros. Además de reforestar y dar soporte a la selva, nos garantiza el sustento”, afirmó la productora a Xinhua, mientras mostraba las plantas que su familia cuida desde hace generaciones. La historia de Doña Izete como emprendedora comenzó en 2006 con pequeñas ventas en ferias locales y ocho años después se consolidó como empresa formal, al emplear hoy en día a 18 trabajadores directos, además de fomentar cooperativas de transporte y restaurantes que alimentan una economía circular en la isla amazónica. El cacao, según recordó la productora, llegó a la región desde las cordilleras de los Andes, “traído por las corrientes de las mareas y adaptado a los igarapés” y desde entonces, forma parte inseparable de la vida amazónica, al alternarse con el açaí, el cupuaçú y otros frutos locales que garantizan ingresos todo el año. En la finca de Doña Izete, el sistema de producción sigue los principios de un modelo agrícola que combina especies nativas con otras cultivadas pero en armonía con el entorno. “Plantamos el cacao junto a árboles como la samaúma, la seringa o la andiroba. Algunos dan renta, otros solo alimentan la selva y a los animales que viven en ella, pero todos son importantes”, explicó la entrevistada. La productora forma parte de la Asociación de Mujeres Extractivistas de la Isla de Combú, que impulsa iniciativas de generación de ingresos y conservación ambiental. “Nuestro trabajo piensa en el mañana. No se trata solo de lo que sacamos hoy, sino de dejar la selva viva para nuestros hijos y nietos”, subrayó Doña Izete, al recordar que el chocolate que produce bajo la marca “Filha de Combú” es 100 por ciento natural, elaborado sin aditivos químicos a partir del cacao de la selva, una variedad nativa de la Amazonia. “Queremos que la gente entienda lo que es un chocolate de verdad. Cuando alguien en otro país consume un producto como este, también ayuda a mantener la selva en pie”, comentó. La isla brasileña se ha consolidado también como una de las principales atracciones turísticas de la ciudad de Belém, capital de Pará, a solo 15 minutos en lancha desde la Plaza Princesa Isabel. Los visitantes pueden recorrer las plantaciones, observar la fermentación y el secado del fruto, degustar bombones artesanales y participar en charlas sobre sostenibilidad, ya que es “importante que los turistas conozcan el proceso y el valor del trabajo que hacemos”, lo que les lleva a comprender que cada tableta de chocolate representa una parte del “bosque preservado”. El auge del llamado “turismo del chocolate” se ha extendido por toda la región amazónica, así que diversas familias han abierto sus fincas a los visitantes en Pará, localidad que concentra el 53 por ciento de la producción de cacao en Brasil. Desde el “Sítio D. Manoel”, en Castanhal, hasta la “Fábrica da Cruz”, en Ananindeua, las experiencias combinan la producción artesanal con la degustación de delicias regionales y la educación ambiental. El movimiento alcanza también a proyectos colectivos como “Guardianas del Cacao”, que empodera a mujeres ribereñas en comunidades como Acaraçu, al sur de Belém. Abarca, además, la llamada “Ruta Turística del Cacao al Chocolate”, que recorre cinco municipios a lo largo de la autopista Transamazónica, territorios que reciben financiamiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) del grupo de BRICS para obras de infraestructura, con lo que fortalecen la economía local y el turismo sostenible. Para Doña Izete, la valorización de los pequeños productores brasileños es esencial en tiempos de cambio climático en el mundo. “Sentimos los efectos cuando el cacao escasea o los precios caen. Por eso necesitamos apoyo de políticas públicas que aseguren nuestra permanencia en el campo”, afirmó. De cara a la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se llevará a cabo en noviembre próximo en la ciudad de Belém, el mensaje de la productora local a los líderes globales es claro y contundente. “Miren con cariño al agricultor. Que los recursos lleguen con seguridad, salud, agua potable y educación. El hombre del campo no se va porque quiere, sino porque la vida se vuelve difícil. Si nos ayudan a mantenernos aquí, la selva seguirá en pie”, expresó Con una sonrisa, Doña Izete lanzó también una invitación especial a los consumidores chinos para que prueben “el verdadero chocolate amazónico hecho por manos que cuidan del bosque. Cada bocado es una manera de preservar la Amazonia”. Fin